Estos tardes invitan a recogerse, a crearse e inventarse un mañana.
No hay nada mejor que saber estar, estar y conjugarse consigo mismo.
Relacionarse, reir, abrazar y curar las lágrimas sedientas de sal.
Sabemos que la libertad es un derecho y lo interiorizamos, pero a veces las obligaciones y "el que dirán" nos dominan y nos aterrorizan. Nos llenan de culpa, de sensaciones: dolor de cabeza momentáneo o prolongado.
He vuelto a gustarme, a pensar en todo lo de afuera y cuidarme con mis hábitos.
He vuelto a amar, y a sufrir por lo que conlleva el hecho.
He vuelto a mirar a la ventana y sentirme,
sentirme en parte libre y en parte sujeto a una responsabilidad: amar.
¿Que puedo hacer?, ¿Cómo lo sobrellevo?.
Debo de saber que hay cosas que yo no puedo intervenir,
debo saber que un bello amor conlleva la libertad que me doy a mi mismo,
el afán por que cada momento sea un nuevo horizonte.
Dejaré que las hojas caigan, cogeré sus frutos,
saborearé su nectar.
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