lunes, 31 de agosto de 2009

Calma

Deseo repentino.
La mano furtiva
calma por instantes
cálidos abrazos

El sudor resbala,
aceite espumado
del son líbido
que cubre
la inocencia.

Versículos desde el amor.

¿Qué es el amor?
A lo largo de todos estos meses, desde aquellos días que sentía que dejaba de ser un niño para ser “algo” atrapado entre las puertas de la madurez, el amor ha sido siempre parte de mis preguntas.
Me acuerdo que envidiaba a aquellas parejas que veía ya de pequeñín. Me quedaba absorto al ver un beso prolongado tras caricias y miradas.
Y luego llegó el despertar a la sexualidad, y el sexo empezaba a ser un referente en mis curiosidades, y un gran mito que se agrandaría con el paso del tiempo y que, (a pesar de lo experimentado), seguirá cobrando un misticismo a lo largo de mi vida.
Pero… ¿y el amor?. ¿Qué hay en ello? ¿Qué es?, ¿que deja de ser?, ¿que implica? Son demasiadas preguntas por hacer y pocas las respuestas que dar.
Aun así puedo decir algo: no importa que es el amor, de verdad. No importa, porque de pronto, éste llama a tu puerta –sin esperarlo- y desde este mismo momento, algo diferente ocurre. Parece que ya nuevos días soñados amanecen y esta vez con una ilusión por cumplir.
El problema surge precisamente en esta sociedad. Nos tienen acostumbrados a que el sentimiento amoroso solo dura 2 o 3 años, 4 quizás. Que después de este tiempo solo queda un cariño familiar, pero nada más. Entonces ocurre que las personas cambian de pareja como si de un clínex se tratarse, y las relaciones se convierten en usar y tirar. El sexo mueve el principal motivo de la relación, y se suele practicar el “doy para que des”.
¿Esto es amor?, ¿o solo un sucedáneo que intentan inculcarnos?
Y luego, decenas de lágrimas dejadas en la almohada, y vida nueva… ¿Qué ocurrió?, ¿Qué fue lo que falló? ¿Se nos convirtió monótona la relación? ¿Por qué?
Muchas preguntas, pero esta vez una respuesta: no hubo amor. No hubo. Se intentó inventarse, disfrazarse, amoldarse a la sociedad actual,- aquella que precisa amores interesados, breves y fugaces-.Eso sí, muy satisfactorios en el sexo mientras duren.
Aun así, por muchas satisfacciones, la relación acaba convirtiéndose en un campo de recelos, de desconfianzas, de miedos. No hay sinceridad, no hay verdadera comunicación, solo el deseo del ego.
Luego para colmo, corren por ahí voces que afirman que el amor es un invento para evitar la soledad. ¿Sólo un invento? Quien de verdad ama sabe que los inventos solo son excusas. Que el deseo de proteger y compartir está más aferrado que nunca, y que sólo con el amor descubrimos quienes somos, pues nos dejamos abrir y recibir, dejamos escuchar y pensamos. Amamos con total plenitud.
En mi caso, desde estos meses he intentado explicarme por qué estoy enredado en el sentimiento amoroso. Y después de dar tantas vueltas de tuerca al asunto, me quedo con los momentos. Con un beso, con la calma que me da ser sincero con mi pareja y mostrarle mis pensamientos. Porque sé que ella tiene el don de escucharme, ya diga cosas maravillosas o tonterías. Porque sé que está dispuesta a compartir conmigo los momentos de estos días y los que han de venir. Porque quiero que no quede atrapada en la necedad de esta sociedad, y podamos luchar juntos para demostrar que el amor es algo más que una moda pasajera.
Porque, desde hace unos meses, me he dado cuenta de que no hay nada más bello que hacer feliz a una persona. La felicidad es complicada, y momentánea (eso dicen). Aun así, saber que el recuerdo de uno mismo en otra persona provoca anhelo y vitalidad, hace el camino menos difícil.
Ahí está el secreto. En ver más allá de los horizontes que nos imponen, y saber que, además de un compañero o compañera para cervezas, para ir al cine o salir de viaje; tienes una persona que te escucha, y que intentará junto con tus fuerzas crecer, compartir, amar.
La unidad supera a las partículas, a las fragmentaciones. El mismo latir de un corazón nos hace darnos cuenta de que fluye vida por nuestros cuerpos, de que somos y estamos entrelazados en el devenir.
Aquel que siga refugiándose en amores de moda y vestido, caerá en las trampas del camino, y poco a poco irá creyendo que la vida es desmerecida, resultándole una auténtica basura. Pensará que todo el mundo busca en él un deseo, un interés oportuno. Y esta persona perderá los hermosos valores que nos ofrece el amor.
Aquel nihilismo del que nos hablaba Nietzsche…
Y por supuesto, los sucedáneos amorosos nos harán mucho daño, y deberemos protegernos de ellos; pues ya es hora de cerrar heridas y de tomarlas presentes para no tropezar en ellas de nuevo.
Saber amar será la clave para sentir.